martes, 30 de septiembre de 2008

Un tornero que merece el reconocimiento. Velazquico.

Hay puestos de trabajos que resultan vitales para una Empresa. Quienes
desempeñan estas actividades resultan imprescindibles y, sostener
durante más de treinta años la presión de resultar útil ante las
constantes demandas, merece el reconocimiento social.
Es el ejemplo de Raúl Velázquez Ges, quien está consciente que la
tornería en un taller siempre reclama la ocupación perenne en cada
jornada productiva. Raúl nos comentó que en Cuba, dada la escaseces de
recursos propios de países subdesarrollados, el tornero se ha
convertido en un ente activo para destrabar situaciones que, en países
de niveles tecnológicos mayores, las piezas rotas se quitan y se
sustituyen. "Acá aprendimos a ser innovadores y racionalizadores por
excelencia" -destacó este también jefe de taller de la Empresa de Café
en el municipio santiaguera de Guamá en plena Sierra maestra.
Una muestra de que, la tornería ha desempeñado un papel fundamental en
la puesta en alta del transporte automotor de esta entidad económica,
es que, el 50 porciento de los camiones de triple tracción que suben a
las inmediaciones de las montañas fueron remotorizados y en la mayoría
de los casos, las adaptaciones mecánicas dependieron del ingenio y la
creatividad del tornero.
Velazquico es el seudónimo con que conocen mejor a este hombre que
puede tener su doble en cada municipio de Cuba porque las limitaciones
de recursos financieros con que convivimos, obliga a que florezcan los
"talentos o tacos" en el desempeño de funciones que ameriten la
creatividad.
En verdad, conversar con los torneros, siempre resulta incomodo pues,
un simple descuido de lo medido con el "pie de Rey" puede hacer que se
eche a perder la moldeadura exacta de un metal en proceso. En Caletòn
y Chivirico de Guamà ha permanecido este obrero que es ejemplo de
permanencia y constancia. Es de los que le tildan de caprichoso porque
no se deciden a una obra si esta no es seguro repercuta en una
solución practica.
A torneros como Raùl Velazquez Ges, vaya el agasajo oportuno pues, en
Cuba los necesitamos a diarios. Ellos son los que minuto a minuto
ahorran importaciones y le devuelven la vida a longevos equipos que
muchas veces yacen en un montón a espera que llegue desde el
extranjero una pieza cuyo costo y transportación es imposible asumirla
en las circunstancias en que nos debatimos.
Aùn y cuando èl me interrumpió la conversación porque iba a discutir
el anteproyecto de ley sobre la ley de seguridad social, me dijo que
aunque sus años de servicios ya casi rosan la jubilación, èl seguirà
con el mismo animo porque le tiene amor a su trabajo.
¿Cuántos en nuestro país serán el reflejo fiel de esta reseña personal?.

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