¿Quién puede afirmar que la cultura del poema, de la promoción del
libro puede estar reñida con que este pueda suceder en un lugar
público donde las personas acudan a recibir un servicio gastronómico?.
En Chivirico hemos visto cómo en el patio del Ranchòn Gastronòmico
que está al lado del mar, bajo el influjo de la constante brisa del
Mar Caribe, no han sido pocas las veces que, miembros del taller
literario, han dado muestra de sus creaciones artísticas. Un buen
poema, una decima y hasta la promoción a un excelente libro que
reclama le manoseen su textura tanto en la librería como en la
biblioteca resultan propuestas sanas.
Es verdad que cuando se acude a consumir una cerveza, uno de los
deliciosos platos de mariscos que se ofertan en el Ranchón frente a la
Playa en Chivirico, la buena música debe ser el complemento de la
ocasión pero, como dice el refrán popular, no es ocioso que "entre col
y col haya una lechuga". Entre música y música los miembros del taller
literario roban espacio y dan lectura a lo que tal vez pudiera pulirse
un poco más, como sentencian ellos mismos cuando no están conformes
con su obra ,pero de que llega, llega.
En Chivirico hay nombres como Rafaela Echavarría, Lisnerio Enamorado,
Caridad Carrazana, Osmay Rodríguez que disfrutan la apertura que se
les ha brindado a un apto lleno de imaginación y entrega. ¿No creen
que es justo alternar gastronomía con cultura?.
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