Amplia repercusión ha tenido en esta zona costera y montañosa de Guamá
las palabras de Fidel Castro Ruz, primer secretario del Partido
Comunista de Cuba quien junto al pueblo celebraron los cincuenta años
de creado los Comité de Defensa de la Revolución.
Desde que amaneció el día, hubo expectativas en ver y escuchar a Fidel
luego que muchos CDR de esta zona celebraron bajo lluvia lo que ya es
tradicional para el 27 esperando el 28, la convocatoria colectiva a
festejar en familia la mayor organización de los cubanos que agrupa
una membrecía de ocho millones ochocientos mil efectivos.
En Chivirico, no faltaron las expresiones de satisfacción y confianza
al ver un Fidel recuperado, pletórico de ideas, recordando el
histórico discurso de aquel 28 de septiembre de 1960 cuando anunciaba
al imperialismo que se formaría en Cuba un sistema de vigilancia
colectiva que tendría la honrosa misión de cuidar la conquista
alcanzada.
Guamá es el primer frente Oriental José Martí Pérez fundado por Fidel
cuando la guerra de guerrilla al inicio de la última gesta libertaria.
Aquí los sentimientos de afinidad a la figura histórica de Fidel
resultan altamente revolucionario. Es visible presenciar la emoción de
quienes, hasta con lágrimas de satisfacción, sienten al líder
histórico tan necesario y útil para todos los tiempos.
Y no es casual que en la emulación de los Comité de Defensa de la
Revolución en Cuba los cederistas guamenses se proyecten en volver a
obtener la condición de vanguardias nacionales.
Aquí se ama a Fidel, es un sentimiento casi unánime para ser real en
la afirmación. Aquí en esta parte de la Sierra Maestra se produjeron
los primeros combates victoriosos del Ejército rebelde que él comandó.
Aquí la masa cederistas acude al llamado de su líder consciente de las
razones firmes que le atan a la noble causa de defender a la Revolución.
Al escuchar el discurso los guamenses, además de interiorizar el
contenido de lo necesario que resulta para los cubanos protegernos y
salvaguardar las conquistas frente al imperio, hubo una elevada
percepción y apreciación de la vitalidad física y mental de quien
renunció a que le llamaran comandante. Ahora, como cederista simple:
"compañero".
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