GUAMO:una señal informativ
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Fagín Haber Martínez,
Entrevista 6 de febrero de 2015.
Me alegra mucho saber que algunos
jóvenes todavía se interesan por la historia local. Esta debería ser una de las
asignaturas en la educación en cada uno de los municipios de la Sierra Maestra porque
las nuevas generaciones pocos conocen de cómo fue la cosa durante la guerra. Ya
que tú quieres conocer sobre algunos detalles sobre la lucha revolucionaria en
esta zona te diré que desde los primeros momentos estuvimos mi familia y yo
involucrados. Es muy bueno que esto de una forma u otra se conozca. En los
primeros días de marzo de 1958 la influencia de la columna de Juan Almeida se
hizo sentir por estas vueltas y una de las primeras acciones de dicha tropa fue
el intento de quemar los tanques de combustibles en lo que sería en el futuro
refinería Hermanos Díaz. Esto no se logró porque hubo serios problemas. Cuando
esta columna se instaló en la zona ya aquí operaban algunos puntos
guerrilleros: el capitán Enrique López en la zona de La Anita; en la loma del gato
Fino Galán y otras gentes más. Nosotros pertenecíamos a uno en el que mi
hermano mayor Armando de la armería que había aquí en este mismo lugar, cerca
del ranchito en que vivíamos cuando aquello. Ahí nos dedicábamos a arreglar
armas de distintos calibres. Luego con el tiempo el jefe de operaciones, un
compañero al que le decíamos Vecino fundó la primera escuela rebelde que
tuvimos y que aún lleva el nombre de Arquímedes Colina Antúnez. El maestro era
un hombre llamado Pedro Pablo Núñez que había recibido un tiro en la rodilla y
entonces, hablándose con el dueño de la Finca este accedió a dar el terreno donde dicho
compañero empezó a darles clases a nueve alumnos. Esta escuela siguió siendo
rebelde hasta mucho después del 1ro de enero de mil novecientos cincuenta y
nueve. La escuela se hallaba primeramente en El Pinar. Después se trasladó a
Las Cuabas y de allí triunfada la
Revolución pedimos los materiales, dimos el terreno y la
bajamos un poco más. Esta vez a la entrada de la finca. Otros campamentos que
me vienen este instante a la memoria son los de un teniente llamado Salazar y
una comandancia en la zona de Caletón de la cuál no recuerdo el nombre de quién
la comandaba. De los campesinos que ayudábamos ya de esos quedamos muy poco.
Por aquí se atendían también a los heridos en combate y tal es el caso de unos
de los hermanos Guerra que quedó muy mal herido cuando explotaron el polvorín
del Cobre, el mismo jefe de operaciones y cuantiosos diverso combatientes. Para
eso teníamos montada una enfermería con tales fines. En esta enfermería
cooperaba una mujer llamada Consuelo Corominas y su casa en las cercanías fue
prácticamente un campamento del E. R. Su entrega fue decidida. En esta misma
casa descansaban algunos de los mensajeros que eran enviados a las distintas
misiones y que compartían con nosotros la lucha. En esta región teníamos
también establecida una carnicería donde el ganado decomisado a un oficial de
la tiranía era sacrificado con el objetivo de darles comida a los campesinos y
a los campamentos. Esta zona estaba en realidad bajo aparente calma y aunque no
se presenciaron combates fuertes contra el enemigo si hubo muchas acciones en
favor de la revolución. Ya la guardia rural no se internaba en el monte y si
pasaban lo hacían de vez en cuando por el camino vecinal por todo el litoral en
caravanas. Esto era el resultado del fortalecimiento del frente y ni estando
locos venían. Nuestra familia se incorporó justamente después del desembarco
del yate Granma a través de las influencias de un compañero que luego
desaparecieron los esbirros en una tarea en La habana. Jamás supimos de él ni
nosotros ni su esposa con la que tenía una hija pequeña. Solo se sabe que lo
cogieron en Boyeros y lo borraron del mapa. Como te dije anteriormente a la
zona había llegado la columna del comandante Juan Almeida y de él puede decirse
que era un hombre muy valiente. Claro, el centro de las operaciones de su
jurisdicción se encontraba e La
Lata pero sé que él participó en la toma de El Cobre y fue él
prácticamente quien dirigió esta región alrededor de Santiago. La aviación
enemiga nos bombardeaba poco pero las veces en lo que sí lamentablemente mató a
mujeres y niños en la parte de La Anita. Ahora que lo pienso bien recuerdo un
incidente: estábamos en la playa del Aserradero y nos sorprendió una avioneta.
Esta nos ametralló pero no hubo ninguna baja. Para estos poblados los aviones
pasaban internándose sierra adentro. Se podía decir que ya estábamos en
territorio libre y a esas gentes ya no tenían agallas de meterse a fondo en
estos lugares.
Las reses que se sacrificaban eran una o dos por semana de acuerdo a la
cantidad de campesinos y a las necesidades. Una vez fue interceptado un barco
mercante que se dirigía a Pilón y toda la mercancía que transportaba fue repartida
al pueblo y a los campamentos. Esta aventura estuvo protagonizada por unos de
los hermanos Guerra, Israel, y el capitán Calderón en una lancha rápida que
poseían para operar. Nuestra tarea consistía en mantener la armería en pie y
ayudar en la cura de los enfermos.
Recuerdo especialmente el primero de enero de mil novecientos cincuenta
y nueve: aquel día íbamos a matar y nos encontrábamos en el matadero desde bien
temprano. Yo estaba sentado en el río cuando nos dieron la noticia. Yayo y el
maestro bajaban del Pinar gritando a voz viva:
--¡Se fue Batista! ¡Se fue Batista!
Y entonces yo subí a la casa a dar la noticia. Fue una jornada de
intensa alegría, hicimos disparos al aire y nos abrazábamos. Aquello fue
tremendo e inolvidable.
La armería era
para arreglar las armas a los combatientes y mantenerlas en buen estado. Era
muy serio el trabajo que se hacia en ella. Permanecíamos en la misma cuatro
trabajando y eran los mensajeros quienes traían los materiales a restaurar
desde los distintos puntos. Yo a veces me iba con ellos para ayudarles a
transportarlas. Hubo momentos difíciles pero seguimos adelante. Uno de ellos
fue cuando nos hirieron al jefe de operaciones. De las mercancías que sacábamos
de la finca y eran destinadas a los guerrilleros consistía en hacer de la caña
miel. Se cocinaba el guarapo porque el azúcar se había extinguido por causa de
la guerra. De una forma u otra esto era rentable para nosotros. También
fabricábamos queso. Cuando la guerra comenzó el cuartel de la guardia rural se
encontraba en el Aserradero. Ellos caminaban esta zona pero tan pronto se tomó
en mayo de mil novecientos cincuenta y siete el Uvero y otros cuarteles
abandonaron de inmediato la posición. Los campesinos le teníamos odio puesto
que siempre hacían sus sinvergüensuras. Actualmente se halla en el mismo pueblo
de Cañizo pero sigue siendo la misma que fundamos en tiempos rebeldes. En la
actualidad yo he abogado por rescatar estos campamentos por su valor histórico
en diferentes reuniones incluso hasta en la misma Habana pero al final hasta
ahí todo ha quedado. Es una lástima que esta sea la realidad.
a
desde la Sierra maestra.
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