viernes, 7 de julio de 2017

UNA CRONICA A FAJIN HABER MARTINEZ DE OLBER GUTIERREZ FERNANDEZ

GUAMO:una señal informativ

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Fagín Haber Martínez,
Entrevista 6 de febrero de 2015.

Me alegra mucho saber que algunos jóvenes todavía se interesan por la historia local. Esta debería ser una de las asignaturas en la educación en cada uno de los municipios de la Sierra Maestra porque las nuevas generaciones pocos conocen de cómo fue la cosa durante la guerra. Ya que tú quieres conocer sobre algunos detalles sobre la lucha revolucionaria en esta zona te diré que desde los primeros momentos estuvimos mi familia y yo involucrados. Es muy bueno que esto de una forma u otra se conozca. En los primeros días de marzo de 1958 la influencia de la columna de Juan Almeida se hizo sentir por estas vueltas y una de las primeras acciones de dicha tropa fue el intento de quemar los tanques de combustibles en lo que sería en el futuro refinería Hermanos Díaz. Esto no se logró porque hubo serios problemas. Cuando esta columna se instaló en la zona ya aquí operaban algunos puntos guerrilleros: el capitán Enrique López en la zona de La Anita; en la loma del gato Fino Galán y otras gentes más. Nosotros pertenecíamos a uno en el que mi hermano mayor Armando de la armería que había aquí en este mismo lugar, cerca del ranchito en que vivíamos cuando aquello. Ahí nos dedicábamos a arreglar armas de distintos calibres. Luego con el tiempo el jefe de operaciones, un compañero al que le decíamos Vecino fundó la primera escuela rebelde que tuvimos y que aún lleva el nombre de Arquímedes Colina Antúnez. El maestro era un hombre llamado Pedro Pablo Núñez que había recibido un tiro en la rodilla y entonces, hablándose con el dueño de la Finca este accedió a dar el terreno donde dicho compañero empezó a darles clases a nueve alumnos. Esta escuela siguió siendo rebelde hasta mucho después del 1ro de enero de mil novecientos cincuenta y nueve. La escuela se hallaba primeramente en El Pinar. Después se trasladó a Las Cuabas y de allí triunfada la Revolución pedimos los materiales, dimos el terreno y la bajamos un poco más. Esta vez a la entrada de la finca. Otros campamentos que me vienen este instante a la memoria son los de un teniente llamado Salazar y una comandancia en la zona de Caletón de la cuál no recuerdo el nombre de quién la comandaba. De los campesinos que ayudábamos ya de esos quedamos muy poco. Por aquí se atendían también a los heridos en combate y tal es el caso de unos de los hermanos Guerra que quedó muy mal herido cuando explotaron el polvorín del Cobre, el mismo jefe de operaciones y cuantiosos diverso combatientes. Para eso teníamos montada una enfermería con tales fines. En esta enfermería cooperaba una mujer llamada Consuelo Corominas y su casa en las cercanías fue prácticamente un campamento del E. R. Su entrega fue decidida. En esta misma casa descansaban algunos de los mensajeros que eran enviados a las distintas misiones y que compartían con nosotros la lucha. En esta región teníamos también establecida una carnicería donde el ganado decomisado a un oficial de la tiranía era sacrificado con el objetivo de darles comida a los campesinos y a los campamentos. Esta zona estaba en realidad bajo aparente calma y aunque no se presenciaron combates fuertes contra el enemigo si hubo muchas acciones en favor de la revolución. Ya la guardia rural no se internaba en el monte y si pasaban lo hacían de vez en cuando por el camino vecinal por todo el litoral en caravanas. Esto era el resultado del fortalecimiento del frente y ni estando locos venían. Nuestra familia se incorporó justamente después del desembarco del yate Granma a través de las influencias de un compañero que luego desaparecieron los esbirros en una tarea en La habana. Jamás supimos de él ni nosotros ni su esposa con la que tenía una hija pequeña. Solo se sabe que lo cogieron en Boyeros y lo borraron del mapa. Como te dije anteriormente a la zona había llegado la columna del comandante Juan Almeida y de él puede decirse que era un hombre muy valiente. Claro, el centro de las operaciones de su jurisdicción se encontraba e La Lata pero sé que él participó en la toma de El Cobre y fue él prácticamente quien dirigió esta región alrededor de Santiago. La aviación enemiga nos bombardeaba poco pero las veces en lo que sí lamentablemente mató a mujeres y niños en la parte de La Anita. Ahora que lo pienso bien recuerdo un incidente: estábamos en la playa del Aserradero y nos sorprendió una avioneta. Esta nos ametralló pero no hubo ninguna baja. Para estos poblados los aviones pasaban internándose sierra adentro. Se podía decir que ya estábamos en territorio libre y a esas gentes ya no tenían agallas de meterse a fondo en estos lugares.
   Las reses que se sacrificaban eran una o dos por semana de acuerdo a la cantidad de campesinos y a las necesidades. Una vez fue interceptado un barco mercante que se dirigía a Pilón y toda la mercancía que transportaba fue repartida al pueblo y a los campamentos. Esta aventura estuvo protagonizada por unos de los hermanos Guerra, Israel, y el capitán Calderón en una lancha rápida que poseían para operar. Nuestra tarea consistía en mantener la armería en pie y ayudar en la cura de los enfermos.
   Recuerdo especialmente el primero de enero de mil novecientos cincuenta y nueve: aquel día íbamos a matar y nos encontrábamos en el matadero desde bien temprano. Yo estaba sentado en el río cuando nos dieron la noticia. Yayo y el maestro bajaban del Pinar gritando a voz viva:
    --¡Se fue Batista! ¡Se fue Batista!
   Y entonces yo subí a la casa a dar la noticia. Fue una jornada de intensa alegría, hicimos disparos al aire y nos abrazábamos. Aquello fue tremendo e inolvidable.
   La armería era para arreglar las armas a los combatientes y mantenerlas en buen estado. Era muy serio el trabajo que se hacia en ella. Permanecíamos en la misma cuatro trabajando y eran los mensajeros quienes traían los materiales a restaurar desde los distintos puntos. Yo a veces me iba con ellos para ayudarles a transportarlas. Hubo momentos difíciles pero seguimos adelante. Uno de ellos fue cuando nos hirieron al jefe de operaciones. De las mercancías que sacábamos de la finca y eran destinadas a los guerrilleros consistía en hacer de la caña miel. Se cocinaba el guarapo porque el azúcar se había extinguido por causa de la guerra. De una forma u otra esto era rentable para nosotros. También fabricábamos queso. Cuando la guerra comenzó el cuartel de la guardia rural se encontraba en el Aserradero. Ellos caminaban esta zona pero tan pronto se tomó en mayo de mil novecientos cincuenta y siete el Uvero y otros cuarteles abandonaron de inmediato la posición. Los campesinos le teníamos odio puesto que siempre hacían sus sinvergüensuras. Actualmente se halla en el mismo pueblo de Cañizo pero sigue siendo la misma que fundamos en tiempos rebeldes. En la actualidad yo he abogado por rescatar estos campamentos por su valor histórico en diferentes reuniones incluso hasta en la misma Habana pero al final hasta ahí todo ha quedado. Es una lástima que esta sea la realidad.
a desde la Sierra maestra.