Siempre, desde niño escuché que toda obra humana no es perfecta, que siempre debemos escoger de ella las virtudes para hacerla para día mejor. Y en eso hay muchas razones porque, acostumbro a conversar con Wilfredo Sánchez Reinaldo, uno de los que también fue estimulado en la asamblea solemne por los 35 años de fundados los órganos locales del poder popular en Cuba.
Wilfredo es de los que siempre tiene a flor de labio una inquietud, de los que no callan ante lo mal hecho. De los que escogen los espacios habilitados para denunciar lo que merece una transformación para bien.
Y hablando de valores, considero que el de asumir con valentía no callar una interrogante, advertir una amenaza aunque al expresarla pueda encontrar las mas disímiles oposiciones, son virtudes de Wilfredo.
Muy pocas veces, y han sido muchas las que Wilfredo ha solicitado la palabra para sugerir una idea revolucionaria, él ha recibido la riposta. Siempre lo hace desde una posición constructiva, desde un ángulo que no es personal sino que implica un beneficio o solicitud colectiva.
Por eso, aunque Wilfredo tenga sus detractores, y se cuales pueden ser, me inspiro en resaltar sus valores, porque es útil al momento en que se vive que uno pueda conseguir los criterios que le pueden catalizar su espíritus.
Servirle al pueblo como delegado del Poder popular, donde quienes han transitado por esa responsabilidad saben que se recibe muchas ingratitudes y sinsabores, es un merito que muy en grande se lo tiene Wilfredo.
En otras sociedades el alcalde recibe retribuciones monetarias por ejercer esa actividad, sin embargo, pregunten cuales son las garantías salariales que le ha motivado a Wilfredo permanenecer como el delegado que más tiempo consecutivo ha estado en la Asamblea Municipal del poder Popular en Guamà junto a Isacc Habert.
Estas y otras razones que rozan los valores que debemos defender y rescatar, son los que me mueven a hacerles esta crónica.
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