Por: Benigno Rodríguez Torres.
Dicen que el celebre escritor santiaguero Felix B Caignet tuvo sòlo el
privilegio de conocer los mangos del Caney cuando compuso la
antológica pieza "frutas del caney" cuando reconoció esa tierra como
bendita en aportar exóticos ejemplares que le distinguen a nivel
nacional. Sin embargo, un poco avanzado en el tiempo, muchos son de
la opinión que es en Guamá donde se gozan los más jugosos, grandes y
sabrosos mangos bizcochuelos de toda Cuba. Tal parece que el clima de
esta zona, la cercanía al mar, el aerosol natural que imprime la brisa
marina, hacen que esta fruta tenga excelentes cualidades físicas.
Tanto es el orgullo que sienten los guamenses por el mango que, no
hace mucho, al decidir como estrategia nacional en Cuba rehabilitar
los parques de estar en cada pueblo, en Chivirico hubo una gran
resistencia al ultranza de no aceptar que los viejos arbusto de mango
que databan de más de cuarenta años, debían tumbarse y ser sustituidos
por las plantas que tuvieran un sistema radicular acorde con las
exigencias tecnológicas para ser sembrados en lugares como estos.
Las personas acá, por mucho que se le explicó a través de los
diferentes medios de difusión masiva las nuevas concepciones que
justificaban tal decisión, aún mantienen posiciones reacias en su
mayoría. Unos plantean que "constituyen patrimonios históricos que
debemos proteger", otros que es "un verdadero crimen eliminar una
opción alimenticia para quienes tranquilamente se sentaban en el
parque y, de repente, caía del cielo una merienda como Dios Manda".
Y así, debatidos en controversias, se decidió derribar todos los
arbustos de mangos en el parque de Chivirico. Hoy emerge otra
fisonomía arquitectónica y ya el espacio es ocupado nuevamente por
quienes, en horas de la noche cumplen sus citas o, durante el día,
antes o después del baño en la playa, se sientan para complementar el
convite con la naturaleza.
Aquí les muestro un ejemplar de mango donde cuatro mujeres adultas no
alcanzan para enlazar el diámetro de grosor de lo que es capaz de
crecer este tipo de arbusto. Predominan las raíces superficiales en su
sistema radicular, provocan levantamiento de las losas del piso y las
aceras, crean barreras arquitectónicas para los limitados físicos
motores que tropezaban con las irregularidades que se producían en el
parque. Hoy, sin dejar ser el mango un arbusto que deba predominar en
la tierra de Guamá, éste cedió el privilegio a otras plantas que
aportan similar o mejor sombra en el parque de Chivirico. Pero, que
quede claro, aún así, no dejará de ser Guamá la capital del mango en
tierras santiagueras. Tal vez, y en respeto al creador de "frutas del
caney", éste sentiría necesidad de volver a nacer para poder dar
crédito a una afirmación que sólo es creíble si fuera emitida por
grandes como él.
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